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SERMÓN
SIETE PALABRAS
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SERMÓN
SIETE PALABRAS
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Este
acto litúrgico se celebra en la iglesia de San Francisco a las 12:00 h. del
Viernes Santo.
Esta ceremonia religiosa es el "Sermón de las Tres Horas", acto introducido por
los Jesuitas en España, y conocido hoy como el Sermón de las Siete Palabras,
que es una meditación durante el tiempo en que Cristo estuvo en la Cruz, desde
las doce del mediodía hasta las tres de la tarde, en la que se intenta
profundizar en el contenido de las Siete Palabras. Los comentarios de las siete
palabras son el sermón del 9 de abril de 2004 escrito y pronunciado por Xosé
Román Escourido Basanta.
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I
PALABRA
PADRE, PERDÓNALES, PORQUE NO SABEN
LO QUE HACEN
El ambiente en el monte Gólgota, es de desprecio, de burla para aquel
que como dice el evangelio "Pasó por la vida haciendo el bien".
Los sacerdotes y los escritos se dedican a insultar a Jesús, y por eso le
dicen: "Qué lo libre Dios de la muerte". Y el pueblo dice: "Si eres Hijo de
Dios, baja de la cruz".
Y Jesús comienza a hablar. Se olvida de si mismo y se preocupa de sus enemigos,
muestra su COMPASIÓN Y TERNURA. "Padre perdónales" Pero no llega con pedir la
misericordia de Dios, sino que los disculpa. "No saben lo que hacen".
Pregúntale a Judas, si no sabe lo que hace
¿Y que me dices Señor de Taifas?
Estuvo toda la vida estudiando las leyes de Dios.
¿Y Pilatos tampoco sabe lo que hace? Ha dicho que tú eras inocente. Y te
condena, porque es cobarde.
¿Y que me dices Jesús de la multitud, de ese vecindario que grita, que pide
para ti la muerte en la cruz. Tú le has dado la vista a sus familiares, has
resucitado a sus muertos, les has dado de comer.
Y tú, sigues diciendo que no saben lo que hacen.
Han pasado veinte siglos y continuas disculpando a los cristianos, a tus
seguidores.
Seguimos crucificándote. Porque hemos ablandado el Evangelio
Lo hemos suavizado tanto que ya no se reconoce. Hemos despreciado tu mensaje.
Tú nos dijiste: "Amaos los unos a los otros", pero lo hemos traducido mirando
solo para nuestro egoísmo, y por eso decimos: "La caridad empieza por uno
mismo, y como es lógico termina por uno mismo".
Y has dicho: "el que ama verdaderamente da la vida por sus hermanos" y hemos
entendido, con una conciencia muy clara que: en lugar de dar la vida, ya llega
con dar una limosna y así nos quedamos con la vida y realmente no hemos dado
absolutamente nada.
Y tú Señor has dicho también: "Amarás a Dios sobre todas las cosas", pero
preferimos práctica: "Amarás a Dios cuarenta minutos por semana, y olvídate
después de lunes a sábado.
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II
PALABRA
HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO
Nos dice el Evangelio que con Jesús en el Calvario se están muriendo
dos malhechores, dos ladrones.
Uno de ellos, el que llamamos malo de nombre Gestas, ha cerrado su alma y no
quiere ver. Está viendo morir a Cristo, lo ha visto hace un instante pedir
perdón para los que lo ejecutan; pero este hombre no sabe escuchar, no sabe
oír, no sabe, o mejor dicho, no quiere mirar a Cristo. Se vuelve contra Él y
blasfema: "¿Tú no dices que eres el Hijo de Dios?, pues ¿qué haces ahí en la
cruz?, bájate de una vez de ella y sálvate a ti y a nosotros!".
Es la ironía y el sarcasmo de muchas personas que rechazan a Dios en su vida,
que quieren vivir su historia personal sin Dios, y negando su existencia
(ATEOS). Estés piensan que no hay otra vida, que hay que gozar aquí y ahora,
porque luego no hay más que gusanos.
Y al otro lado hay otro hombre que también está condenado, que ha hecho el mal,
pero sin embargo tiene el corazón abierto. Ha visto a Cristo, lo ha entendido,
algo surgió en él, quizá un recuerdo de la infancia, aquel tiempo que su madre
le hablara de un Mesías que un día vendría a salvarnos y se pregunta si no será
este hombre ese Mesías del que le habló su madre. Tiene piedad de Jesús, se
vuelve a su compañero y le dice: "¿no te da vergüenza de ti mismo que ahí,
desde la misma cruz del tormento todavía insultas, todavía blasfemas? Y
volviéndose a Cristo le dice con una humildad realmente impresionante:
"Acuérdate de mi cuando estés en tu Reino!", sólo le pide a Jesús un recuerdo,
no se le ha ocurrido como a los hijos de Zabedeo pedir un lugar de preferencia.
La actitud de Jesús es la de siempre: acoge y perdona. Es el misterio de la
libertad humana la que da respuesta a la acogida de la Salvación o a la
situación de pecado, rotura con Dios.
Los ojos del Señor se iluminan mirando a Dimas, y exclama: "Hoy estarás conmigo
en el paraíso".
El buen ladrón es el modelo de todo pecador arrepentido. Primero hace callar a
sus compañeros, y, siguiendo el consejo de Jesús: "Corrige a tu hermano si
peca" (Lc. 17,3), le dice: "¿no temes a Dios estando tú en la misma condena?".
Con un "Acuérdate" o "Perdón" instantáneo, sincero y confiado a Jesús, se puede
borrar muchos pecados. Confiemos siempre en la Reconciliación que viene de
Dios.
Y por eso rezamos:
Oh Jesús, que nos quisiste dar el paraíso sino desde la cruz, para que los
hombres sepamos que el paraíso se consigue solamente por la cruz, la tuya y la
nuestra. Hoy la cruz, después de la eternidad del paraíso.
Déjame que a tu lado ponga yo también mi cruz, Señor, déjame que sea yo el
"Buen ladrón".
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III
PALABRA
MUJER AHÍ TIENES A TU HIJO, AHÍ TIENES A TU MADRE
Jesús sigue desangrándose en la cruz. Mueve su cabeza y contempla esa
futura y pequeña Iglesia que va a nacer al Viernes Santo junto a la cruz.
Allí, como dice el Evangelio, de pie está su Madre. Mirada de dulzura y de
Madre para su hijo, con la mano en su corazón.
Aquí tenemos un recuerdo cariñoso para todas la madres que en este Viernes
Santo miráis para vuestros hijos con vuestra mano en el corazón. Si los hijos
enfermos, torturados en callejones sin salida como la droga, los hijos que no
os respetan como madres, los hijos que os olvidan y no quieren saber nada de
vosotros. La Virgen del Viernes Santo de Viveiro, la Virgen Madre Universal de
todos los hombres y mujeres está con vosotros.
Está el discípulo. Los otros se han ido, el miedo pudo con ellos. El más joven
es valiente, no tiene miedo, ni al cobarde Pilatos, ni al farsante de Herodes,
tampoco se deja vencer por unos criados como Pedro. Juan mira para Cristo, y
tiende su mano como para decir: "Señor acuérdate de nosotros, no nos dejes,
vuelve en la Resurrección, te necesitamos".
Ahora en la cruz se va a preocupar de todos nosotros y nos entrega a María como
hijos suyos en la persona de Juan.
"Ahí tienes a tu Hijo,
ahí tienes a tu Madre".
Juan representa a todos los que a lo largo de los tiempos creemos en Jesús.
El último acto de Jesús, antes de morir ha sido fundar una comunidad en la
persona de la madre y el discípulo amado. Esta comunidad , la Iglesia nace de
la cruz.
Hermano cristiano, ten siempre presente a la "Virgen en tu vida, pero
especialmente en las dificultades, tentaciones, cuando te sientas cansado,
desalentado, sólo para caer, o caído. Escucha a Jesús que te dice desde la
cruz: "Ahí tienes a tu Madre". Acude a ella y verás la diferencia que hay entre
tener y no tener madre.
Desde aquel Viernes Santo, María está siempre cerca de todas las cruces, y de
todos los crucificados. Lo que pasa es que a veces no dirigimos a ella nuestra
mirada, y por eso sufrimos desesperados y sin consuelo.
Oración:
Jesús, tú me das a María por madre. Este es tu testamento desde la cruz. Ella
me cobija bajo ese gran manto, con el cual la han revestido la fe y el cariño
de los pintores y escultores de siglos pasados.
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IV
PALABRA
¡DIOS MÍO, DIOS MÍO! ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?
Ahora entramos en la verdadera agonía. Las heridas de las llagas no
eran mortales y ninguna de ellas era suficiente para provocar la muerte. El
verdadero drama de los crucificados es la asfixia: los cuerpos cansados,
agotados, las manos sostenidas por los clavos comenzaban lentamente a
descender, el cuerpo se derrumba hacia abajo, descansaba un poco, pero en aquel
momento llegaba el pánico de encontrarse sin respiración. Dice el texto bíblico
de Isaías: "Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores y
familiarizado con el sufrimiento..."
Está llegando el momento de la agonía de Cristo.
Y dice el Evangelio que el Señor da un grito. Se dirige a Dios y se pregunta:
"¿Por qué me has abandonado?".
El
abandono de Jesús en la cruz es un misterio que emociona siempre y, al mismo
tiempo, nos llena de consuelo. Porque, ¿quién no se ha sentido muchas veces
abandonado de Dios?
Y cuantas veces vivimos la experiencia de personas abandonadas: mujeres
violadas y maltratadas por sus maridos, niños que viven día a día el infierno
en su propio hogar, enfermos
desahuciados, niños que vienen al mundo para
sufrir porque no son aceptados, ancianos que esperan la muerte tan solo
acogidos por el dinero que tienen, pero que no son queridos...
Y nosotros nos sentimos también solos, abandonados hasta por aquellos a los que
hemos hecho tanto bien, por lo que nos hemos sacrificado tanto en la vida.
Incluso por aquellos que han sido más íntimos nuestros o tienen más obligación
de acompañarnos y ayudarnos.
Entonces nos preguntamos: "¿Por qué?". Y no encontramos respuesta. Nos quedamos
con el silencio que nos acompaña.
Jesús no cuestiona a Dios, lo invoca como algo suyo:"¡Dios mío, Dios mío!".
Pero en el estado en que se encuentra, no puede menos de dirigir preguntas a
Dios. Él no sabe la respuesta.
Como dice San Pablo en la carta de los Hebreos: "Aunque era hijo, en el
sufrimiento aprendió a obedecer y así se convirtió en principio de salvación
eterna".
Es decir, Jesús para salvar a la humanidad hace suyos todos los pecados del
mundo.
San Pablo una vez más nos recuerda, que para redimirnos, Dios hace maldito a su
hijo, y aquel que no había cometido pecado, Dios lo hace pecado por nosotros.
Jesús se convirtió en pecado, se hizo pecado. Todos los pecados del mundo
estuvieron en el corazón de Cristo en este momento.
Dice San Juan: "Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito para que
todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna".
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V
PALABRA
TENGO SED
Jesús había perdido mucha sangre en la oración del huerto, en la flagelación,
en la coronación de espinas y sobre todo en la crucifixión. No había ingerido
alimento ni bebida alguna desde la última cena. Había sudado mucho, sufrido
fatiga, dolor... con tantas heridas en todo su cuerpo desnudo y expuesto al
calor del medio día.
Jesús sólo se queja de la sed. No dice nada de los azotes, ni de las espinas,
ni de los clavos. Solamente dice que tiene sed.
Los soldados solían tener una vasija con una mezcla de agua y vinagre, era una
bebida embriagante con el fin de atenuar los terribles dolores.
Un soldado, nos cuenta el Evangelio, le da de beber a Jesús y Jesús humedeció
los labios y la rechazó porque quería conservar su pleno conocimiento.
Aquel mediodía del Viernes Santo, Jesús tenía sed física, pero también era una
sed de las almas, su deseo de salvar al mundo.
Hermanos cristianos, pensemos que Dios, hoy sigue exclamando:"Tengo sed"
Porque son muchas las personas que no tienen pan para comer ni tampoco agua
para beber. Debido al desequilibrio alimentario que han en nuestro mundo actual
Dios
tiene sed, ante las víctimas de las injusticias, de la represión, de la guerra,
el terrorismo...
Hoy a nosotros el Señor nos dice que tiene sed: De cristianos más comprometidos
Tiene sed, Señor de una Iglesia más viva, más comprometida con los aspectos
sociales
Tiene sed Señor de vocaciones en tu Iglesia y en el mundo. Es decir personas
consagradas para servir a tu Iglesia. Y también personas que en el medio de sus
responsabilidades familiares, sean sal y luz. Si Señor, necesitamos laicos
comprometidos para continuar con la tarea que tu nos encomendaste: "Id por todo
el mundo anunciando el Evangelio".
Tú dijiste: "¡Tengo sed!"
Yo te digo también: "¡Tengo sed, si mucha sed de
ti!".
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VI
PALABRA
TODO ESTÁ CUMPLIDO
La misión de Jesús, que el Viernes Santo se cumplió, consumó en la cruz, era de
manifestar del amor del Padre. Su misión fue la de amar a todos los hombres con
el amor de Dios. Amó sin límites, gratuito, generoso e incondicionalmente. Amó
compartiendo todo, entregándose todo, dejándose consumir del todo. Por eso es
en la cruz donde este amor llega a la consumación.
Hermanos y Hermanas en nuestras manos ha dejado el Señor la Salvación del
mundo, en nuestras manos se ha dejado la Fe, la Esperanza, la Alegría.
Desde
la libertad que Dios nos da, tenemos que responder a su proyecto en la
construcción del mundo y en la implantación del Reino de Dios en medio de
nuestra sociedad que urgentemente lo necesita como motor que renueva toda
nuestra historia. Porque sin Dios somos como veletas in un dirección correcta y
fija hacia una meta.
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VII
PALABRA
EN TUS MANOS SEÑOR, ENCOMIENDO MI ESPÍRITU
El Cristo de la Agonía, que preside el grupo escultórico en torno al que
estamos en este acto de la Semana Santa de Viveiro, nos refleja muy bien lo que
tuvo que ser la muerte de Jesús en la Cruz. Una de las cosas que lo refleja
mejor es el agujero de la llaga de los pies, grande, muy grande para el tamaño
del clavo. Esto se debe no sólo al peso del cuerpo, sino a que Jesús se
movería, gritaría también en la Cruz ante la autoridad de sus dolores,
insoportables.
Para expresar la muerte de Jesús, el evangelista Mateo nos dice que entregó el
espíritu. Pone en manos del Dios Padre el soplo de la vida, su vida entregada
en oblación, e inclina su cabeza.
Ahora, Señor muerto en la cruz, nos encomiendas la misión a los cristianos de
ser tus testigos en medio de nuestro mundo.
Por eso nuestra tarea es que los hombres y mujeres sigan creyendo. Es tarea
nuestra que el amor siga ardiendo y que la alegría
subiste en el mundo. Somos
responsables de que los hombres tengan esperanza.
Es nuestra misión difundir estas siete palabras, porque ellas son mensaje de
Dios para las gentes de hoy y de mañana
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1.-
CELEBRACIÓN DEL SERMÓN |
Las
primeras celebraciones del Sermón son en la Plaza Mayor, para llevar allí las
figuras del Calvario, se fabricó en la parte baja de la misma, un amplio
escenario, elevado, cubierto con un gran dosel, con las insignias de la
Hermandad bordadas.
La escenografía del grupo escultórico "Calvario" y la plaza llena de gente que
se sentaba en las escaleras
constituía un gran escenario abierto, que recordaba
a un anfiteatro romano y era un excelente soporte visual para el desarrollo de
la oratoria, en donde se escuchaba y meditaba el sermón.
Hoy
en día esta celebración se celebra en la iglesia de San Francisco con el grupo
escultórico colocado en el altar mayor escoltado con soldados romanos a la vez
que el orador predica el Sermón
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